Las Diputaciones Provinciales tuvieron un lugar preponderante en los primeros años independientes, sobre todo a raíz de la caída del Primer Imperio Mexicano, al asumirse como representantes de las provincias mexicanas en la reconfiguración política que dio paso al establecimiento del primer federalismo mexicano. Fueron instituciones de origen español porque se crearon en el marco de la crisis monárquica y su instalación de dispuso a través de la Constitución de Cádiz de 1812, aunque sus atribuciones se fueron ampliando por las necesidades políticas y administrativas del nuevo país.
Inicialmente, Guanajuato debió unirse a San Luis Potosí, pero luego de consumarse la independencia mexicana, la Junta Provisional Gubernativa aprobó la instalación de la diputación de Guanajuato.
El 25 de febrero de 1822 como consta en el acta que da inicio a la actividad parlamentaria en la región, se instaló solemnemente la Excelentísima Diputación Provincial de Guanajuato, integrada por el Intendente y Jefe Político Fernando Pérez Marañón, el Coronel Domingo Chico, el Lic. Carlos Montes de Oca, el cura y juez José María Bezanilla y José María Herrera.